Jane Dickinson llevaba a su perro Maisy al veterinario para la cirugía programada. Tenía miedo de lo que pudiera pasar durante la cirugía. A Maisy le estaban extirpando una masa del bazo. Su estómago estaba lleno de algo y no digería adecuadamente.
El veterinario pensó que era cáncer.
A todos les preocupaba que Maisy no superara la cirugía.
Avance rápido hasta la cirugía. El Dr. Nick Blackburn estaba en el proceso de extirpar el bazo cuando descubrió lo que realmente estaba causando la enfermedad de Maisy.
Osos de peluche.
El San Bernardo se había comido cuatro ositos de peluche enteros, robados a su mejor amiga.
“Para ser honesto, me sorprendió un poco, ya que ella no juega con juguetes y ni siquiera la vi masticarlos”, dice Dickinson. “Ella le robaba los juguetes a mi chihuahua pero los dejaba afuera. No tenía idea de cómo era capaz de digerir tantos”.
El doctor Blackburn también se sorprendió.
“¡Es justo decir que esto no era algo que esperábamos encontrar!” él dice. “Todos sabemos que a ciertos perros les gusta masticar cosas que no deberían, pero lograr devorar cuatro ositos de peluche es toda una hazaña”.
Afortunadamente, Maisy pudo recuperarse por completo. Confirmaron que no tenía cáncer, sólo peluches. ¿Pero qué le impide comer más ositos de peluche?
“No se le ha dado la oportunidad”, dice Dickinson. “La caja de juguetes ahora está escondida”.