Cuando un piloto pierde el aterrizaje en un portaaviones estadounidense, se pone en marcha una serie de eventos cuidadosamente coreografiados y de alto riesgo. Aterrizar en un portaaviones es una tarea increíblemente exigente y precisa, a menudo denominada “trampa” o “aterrizaje detenido”. Si un piloto no logra realizar un aterrizaje exitoso, se llevan a cabo varias acciones clave:
- Saludo: El Oficial de Señales de Aterrizaje (LSO) estacionado en la cubierta del portaaviones monitorea de cerca el avión que se aproxima. Si resulta evidente que el piloto no está en la posición correcta o en la trayectoria de planeo correcta para realizar un aterrizaje seguro, el LSO despedirá al piloto haciéndole señales con sus paletas. Esta es una decisión crítica destinada a prevenir un accidente potencialmente catastrófico.
- Vuelta: en respuesta a la señal de onda, el piloto debe aplicar rápidamente el acelerador a fondo y ejecutar una vuelta. Esto implica alejarse de la cubierta del portaaviones y prepararse para otro intento de aterrizaje.
- Bólter: en algunos casos, si el piloto no puede dar la vuelta debido a problemas técnicos o una aproximación frustrada, puede experimentar un “bólter”. Un bólter ocurre cuando el gancho de cola de la aeronave no logra enganchar los cables de detención en la cubierta del portaaviones, lo que hace que la aeronave continúe su vuelo. A continuación, el piloto debe intentar otro aterrizaje.
- Desvío de emergencia: si no se puede lograr un aterrizaje exitoso después de múltiples intentos, es posible que la aeronave no tenga suficiente combustible para continuar intentándolo de manera segura. En tales casos, se puede indicar al piloto que se desvíe a un lugar de aterrizaje alternativo, como un aeródromo en tierra u otro barco cercano. Esto se considera un último recurso para garantizar la seguridad del piloto y de la aeronave.
- Revisión e información: después de que la aeronave haya aterrizado de manera segura, ya sea en el portaaviones o en una ubicación alternativa, se lleva a cabo una revisión e información exhaustivas. Esto implica analizar qué salió mal durante los intentos de aterrizaje anteriores, abordar cualquier problema o error y prepararse para futuros intentos.
Perder un aterrizaje en un portaaviones estadounidense es una situación de gran estrés tanto para el piloto como para la tripulación del portaaviones. La estricta capacitación y protocolos implementados están diseñados para minimizar los riesgos asociados con tales incidentes y garantizar la seguridad de todo el personal involucrado en las operaciones de aviación naval. Es un testimonio de la habilidad y el profesionalismo tanto de los pilotos como de la tripulación de cubierta que estas situaciones desafiantes se manejen teniendo en cuenta la precisión y la seguridad.