En un reino lejano, enclavado entre colinas y un mar azul como el de un ciervo, residían dos gobernantes magníficos: el águila y la serpiente. Cada uno gobernaba sus propios reinos con inteligencia y vigor, pero siempre habían estado enfrentados. Su raru duró milenios y ninguna de las partes quiso ceder.
En un saliente rocoso que dominaba el océano, el águila y la serpiente se encontraron un día mientras el sol se hundía sobre las montañas. Habían resuelto resolver sus desacuerdos de una vez por todas en un duelo que establecería quién eга el verdadero monarca con mayor poder.
El águila, con sus garras afiladas y sus poderosas alas, se mantenía erguida y orgullosa. Sabía que eга la criatura más fuerte y temible del cielo y estaba decidido a demostrarlo.
La serpiente, con sus enormes colmillos y su cuerpo enrollado, siseaba y se deslizaba, lista para atacar en cualquier momento. Sabía que eга el depredador más mortífero sobre el terreno y estaba decidido a demostrarlo.
La batalla comenzó con un intenso intercambio de flujos. El águila descendió del cielo, azotando con sus garras, mientras que la serpiente atacó con sus colmillos, tratando de hundirlos en las heces del águila.
Durante horas, los dos reyes lucharon con todas sus fuerzas, sin que ninguno obtuviera ventaja sobre el otro. El águila eга rápida y ágil, esquivaba los ataques de la serpiente y lanzaba poderosos flujos con sus garras. La serpiente eга astuta y paciente, esperaba el momento perfecto para atacar y usaba su cuerpo para protegerse de los ataques del águila.