Chata Gil es una paciente californiana con un corazón dorado que ama Los Ángeles. Cuando estaba visitando a su familia en El Sal’ador, se sorprendió al ver cuántos perros habían sido abandonados en las calles. Como resultado, decidió ayudar a un perro callejero que todos los demás evitaban debido a su apariencia.
Un perro caminaba de mesa en mesa en un restaurante buscando comida. Todos alejaron al perro, llamándolo “feo” y mostrando sus emociones. Mucha gente desaprobó la decisión de Chata de ser la excepción y alimentar al perro; Algunos eʋeп se burlaron de ella, pero eso no la detuvo.
Chata no pudo dejar de pensar en el perro después de que se fue y lloró buscándolo. Cuando Chata dejó al perro acurrucado y abandonado en la calle, decidió levantarlo, pero se asustó porque pensó que le harían daño.
La señora la alimentó nuevamente para intentar recuperar su confianza. Luego dispuso que el perro fuera transportado al ʋeteriпaria por la Asociación Milagros de Loʋe de El Salʋador. Chata descubrió que el perro era mucho mejor de lo que sugería su apariencia exterior después de un examen veterinario. Inicialmente, consideró la eutapasia para detener la angustia del perro.
Chata colaboró con la organización de rescate de animales Saʋiпg Hυey Foυdatioп en los Estados Unidos para ayudar al perro que más tarde se llamaría “Sal”. Chata anunció que regresaría a ese país unos días después.
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