La gente le daba la espalda en su momento de velocidad. ¿Por qué? Simplemente porque eга un Pit Bull. Se trata de la reputación que viene con su raza.
Matilda no eligió esta etiqueta que simplemente arroja una sombra sobre ella y muchos otros perros. Ella estaba lejos de ser agresiva, pero algunos siempre se molestaron en ver ese lado de ella.
Matilda fue encontrada en las calles, su cuerpo marcado por heridas dolorosas. Los espectadores sospechaban que ella eга víctima de peleas de perros, todo debido a esa etiqueta, “Pit Bull”. El miedo impidió que la gente ofreciera ayuda a la mano, dejándola vagar por las calles, buscando comida y refugio.
En realidad, Matilda no eга una luchadora. Sus lesiones no fueron el resultado de un campo de batalla, sino que son una consecuencia de la leishmapiasis, una enfermedad que hace que su salto se deteriore.
Una organización de rescate finalmente dio un paso adelante, dejando atrás los estereotipos que pesaban sobre su raza. Un médico compasivo comenzó a tratar las dolorosas enfermedades de Matilda.
Y a pesar de su etiqueta como Pit Bull y sus días en las calles edificantes, Matilda demostró ser la más gentil, dulce y cariñosa de los perros.
Ella albergaba mala voluntad hacia los humanos; De hecho, ella buscó su tacto y afecto, más que cualquier otra cosa en el mundo.
Durante su tratamiento, un pastor de perros del grupo de rescate decidió acoger a Matilda. Fue en su casa donde Matilda realmente floreció. Sus otros perros de rescate la recibieron con las patas abiertas. Pasan horas jugando y peleando juntos, y para Matilda, esta aceptación marcó un nuevo comienzo.
El criador de perros no pudo evitar enamorarse de Matilda. ¿Quién podría culparlo? Él la adoptó oficialmente, y lo que siguió fue poco notable. Estás buscando un regalo: ¡prepárate para sorprenderte!
La personalidad de Matilda siguió floreciendo. Su capacidad para realzar el lenguaje corporal y humano, su paciencia inquebrantable y sus excepcionales habilidades sociales la convirtieron en el mentor ideal para las recién llegadas.
Las gracias sociales de Matilda son tan extravagantes que, cuando pasa tiempo con un perro mientras orina, no hace falta mucho tiempo para que el recién llegado se dé cuenta de las cosas.
Ella enseña a otros el arte de jugar sin morder y cómo aprovechar sus suplementos y simplemente relajarse. Su epegia de bultos es efectiva. Y esta cualidad notable ha atrapado a los perros adoptables en historias de éxito.
Sin embargo, a pesar de ser un pitbull, a Matilda no le importa, como tampoco lo hacen otros que se han arriesgado a juzgar un libro por su portada. Conocen el mito de que la personalidad de un perro no puede determinarse por su apariencia física.
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